jueves, 15 de diciembre de 2011

Mexica - Norman Spinrad

El año es 1531. En una pequeña cabaña en las laderas del Popocatépetl del volcán, erudito y poeta Álvaro de Sevilla reflexiona sobre su extraordinaria vida. 

Para Álvaro fue uno de los pequeño ejército de conquistadores que, unos años antes, se lanzó a conquistar un imperio. 

Hernán Cortés se proclamó la reencarnación del dios Quetzalcóatl poco después de su llegada al Nuevo Mundo, y él se aprovechó y se abrió paso a la ciudad capital. 

Allí se encontró con Moctezuma, el emperador azteca, que al principio dio la bienvenida a los conquistadores a su ciudad, un baño de oro. 

Pero fue un encuentro entre dos civilizaciones que sólo podía terminar en un caos, la muerte y la destrucción.

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