
Fogg, que ha apostado su fortuna a que dará la vuelta al mundo en 80 días, empleará todos los medios de locomoción a su alcance —y todos los obstáculos imaginables—: trenes, barcos, coches, y hasta un elefante y un trineo.
Pero esta vuelta al mundo, en la que se combinan el humor, la aventura, el heroísmo y la típica abnegación de los personajes vernianos, reserva al lector otra sorpresa: la apuesta que a Fogg le hace perder un policía se la hará ganar impensadamente el sol.
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